Experience true power and ease in website design. Our website templates and WordPress themes offer flexibility and functionality unlike any other.
(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)
Ya ha leído 0%


Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico.  Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio.  Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.
Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia.
En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor. 
Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad. 
En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.
Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).
El Milagro de su sangre
Su fama aumentó en la Península Ibérica en el siglo XVII. Concretamente en el año 1611, cuando la hija del virrey Juan de Zúñiga, que posteriormente sería la fundadora del Real Monasterio de la Encarnación, trajo la reliquia a nuestro país. Sus curaciones milagrosas y los cambios de estado líquido a sólido y viceversa motivaron que las autoridades eclesiásticas intervinieran ante el auge de los sucesos portentosos: El Santo Oficio quería saber si el origen de estos quiméricos episodios era diabólico o celestial.
Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.
La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Genaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.
Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia.  La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios". 
Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

Expediente X Eclesiástico
 
El 28 de enero de 1724, Miguel Herrero Esquera, Arzobispo de Santiago de Compostela, capellán mayor y juez ordinario inquisidor, dio orden de que se abriera un juicio a la Sangre de San Pantaleón.
Desde 1724 a 1730 declararon trece testigos: La priora del convento de la Encarnación, Sor Agustina de Santa Teresa: el Obispo de Cuenca, Juan de Alancastre; el calificador de la Santa Inquisición, Agustín de Castejón y los doctores de la corte real, Fernando Montesinos y Juan Tornay.
Todos ellos, cualificados, reputados e ilustres personajes de la época, acudieron cada 27 de julio durante siete años consecutivos para dar fe del milagro.
Y así lo hicieron constar en un manuscrito que se guarda celosamente en el Real Convento de la Encarnación. El documento titulado Información Sobre La Licuación De La Sangre Del Glorioso Mártir San Pantaleón y datado el 30 de agosto de 1729 confirmó ante el notario Vicente Castro–Verde y el juez comisionado Álvaro de Mendoza la realidad del fenómeno:
Su señoría señor juez declara y confiesa haberla visto líquida y fluida dicho día de San Pantaleón, veintisiete de julio, y después de su festividad condensada y dura, todo repetidas veces en el tiempo de diez años. Y conformándose con el parecer de los expresados teólogos, canonistas y médicos lo tienen y veneran por prodigio y maravilla, alabando a dios Nuestro Señor por las obras sus santos”.

El Prodigio Ante La Ciencia

Son muchas las investigaciones científicas que se han llevado a cabo para intentar explicar y dar carpetazo a la licuefacción de la sangre de San Pantaleón.
El investigador Jordán Peña fue una de las primeras personas en crear una comisión multidisciplinar que arrojase explicaciones lógicas al caso. No en vano, sus primeras pesquisas le condujeron al Gran Diccionario Universal Pierce Laurosse, que ya en el siglo XIX, exponía una posible solución al enigma mostrando los elementos necesarios para reproducir el fenómeno.
Después de repetidos intentos siguiendo las pautas enciclopédicas, Jordán Peña determinó que “la mezcla se mantenía sólida mientras la temperatura del salón no excediera de 21 grados centígrados. Tan pronto el ambiente se caldeaba, por ejemplo apretando el tubo de ensayo entre los dedos, la sangre pasaba del estado sólido al pastoso para luego convertirse en líquida”.
Mientras diferentes asociaciones escépticas tomaron esta investigación como argumento en detrimento del caso, Jordán Peña reunió a un grupo de especialistas como Juan Eslava Girauta, director del departamento de Neumología del Hospital Puerta del Hierro; José María Cebreiro, licenciado en Ciencias Químicas; Eduardo Torroja, miembro del Instituto de Investigaciones Científicas, y Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología. Por desgracia no consiguieron los permisos para estudiar en profundidad la ampolla y su contenido.
Durante cuatro años el silencio se apoderó del portento hasta que el periodista y escritor José Maria Ibarrola aportó nuevos datos. Mientras se documentaba para escribir una guía turística de la ciudad de Nápoles encontró una entrevista en la que un sacerdote jesuita y profesor del Real Colegio Alfonso XII del Escorial, Agustín Fernández, descifraba la formula mágica para desarrollar la metamorfosis.
Fernández e Ibarrola desarrollaron los pasos que se citaba en un libro de alquimia firmado por Evonimo Philliatro, seudónimo del médico y naturista alemán Conrad Gesner, en 1511 titulado Tesoro De Los Remedios Secretos.
En el capítulo XXVII se encontraba presuntamente la solución al misterio bajo el título Aceite de Santo
Se toman tres libras de sangre pura y roja de hombre bien sano o de varios, entre los veinticinco y treinta años; una libra de esperma de ballena y otro tanto de médula de buey. El aceite, así destilado, crece y crece junto con la Luna. Por lo que se denomina aceite de santo”.
El experimento se realizó en abril de 1988. “Durante tres horas –afirmó Ibarrola– estuvimos observando la pócima que cambiaba de color. Finalmente Agustín extrajo un líquido viscoso que se parecía al chocolate tanto en su color como en su olor”.
La prueba alquímica no resultó positiva y un nuevo fracaso se sumó a los ya existentes. Investigadores, periodistas y curiosos continúan intentando resolver el proceso sobrenatural. Un estudio que podría dar mejores resultados si los responsables religiosos colaborasen para poder realizar los análisis necesarios a la reliquia y que hasta la fecha no ha sido posible.
Mientras tanto la pregunta es... ¿Volverá a suceder lo imposible este año?

Biblioteca Del Viajero

www.corazones.org

Revista Enigmas  Año XII Numero 130