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Gente de otros planetas I PARTE

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Estepas heladas, pedregales, Saharas arenosos, cráteres por doquier, abismales simas en un terreno inhóspito, cien grados al sol y menos ochenta a la sombra,

Everests pelados, tenebroso cielo azabache versus kilómetros de nubes opacas, temperaturas achicharrantes, carencias de lujos como agua, flora y fauna, aplastante presión atmosférica, atracción gravitatoria quebrantapiernas, atmósfera y oxígeno que brillan por su ausencia, rayos cósmicos y ultravioletas sin el menor filtro de ozono, terrible impacto de meteoritos, días o noches interminables, años que duran siglos, estaciones inexistentes, volcanes y géiseres, terremotos y levantamientos geotectónicos, amoníaco y metano por todo alimento, luz solar cual cerilla a una legua o el astro-rey ocupando el firmamento, lunas a go go, soles por parejas o triplicados, indescriptible soledad y vacío, inmovilidad perpetua, sobrecogedor silencio....

Éste es el desolador panorama de la superficie observable en los planetas y satélites de nuestro sistema solar, según las recientes fotografías de la NASA. Ocho orbes decorativos y aparentemente inútiles, inservibles para albergar un mínimo hálito de vida asimilable al protoplasma orgánico que bulle en el tercer esferoide, el único que tenemos el gusto de conocer por el momento.

Si las apariencias no engañan, el provocador epigrama no estamos solos merece un aparatoso desmentido por parte de la astronomía moderna, al menos en los aledaños de nuestro sideral corral de vecinos. Para el caso de que nos fiemos de los datos sensoriales, estamos cercados por un montón de astros en su más primitivo estadio de reino mineral puro y duro.

Pero ¿hay otras inimaginables exobiologías de repuesto en la infinitud de la cosmosfera, adaptadas a muy diversos ambientes planetarios?. ¿Existen alternativas a la Creación deshabitada que con tan arrogante desfachatez nos vende la ciencia oficial?.

Probablemente sí.

Muchos de los 700.000 contactados (Pierre Monnet dixit), inmenso hormiguero de sensitivos dispersos por todos los confines del contactódromo con forma de bola rocosa en el que vivimos, proclaman que están recibiendo comunicaciones telepáticas de seres conscientes radicados en distantes planetas y recintos dimensionales.

Tan pintoresco ejército de telegrafistas del cosmos asegura que la mayoría de los cuerpos celestes acoge actividad inteligente, invisible tanto al ojo humano como a sus instrumentos ópticos por estar constituida en base a una exótica modalidad de “materia” que elude nuestro sistema de percepción, calculado para aprehender solamente objetos físicos.

La substancia que conforma los mundos alternativos se estructuraría en una escala vibratoria refinada y sutil, y al ser más energética que material, resulta intangible para el homo sapiens y sus rudimentarios cinco sentidos, “periscopios” sumamente especializados y de restringida eficacia percepcional.

Nuestros ojos y oídos se comportan al estilo de “ventanas a la realidad” diseñadas con el propósito de captar exclusivamente la angosta franja (una sola entre el amplio abanico de otras muchas frecuencias simultáneas operativas en el universo) de los átomos y moléculas tridimensionales, el armazón sui generis que otorga aparente solidez al particular substrato físico-químico de los fenómenos terrenales.

En niveles de realidad allende el espacio/tiempo, podrían adquirir vigencia impensables categorías selectivas de “materia” desconocidas entre nosotros, conglomerados de subpartículas sólidas y palpables tan sólo para los habitantes de esas mansiones concretas, pero que no pueden ser detectados por los inquilinos de otros reinos coexistentes, y viceversa.

El pluricosmos sería de este modo un multidimensional ensamblaje interactivo de universos paralelos interpenetrados, ocupando por llamarlo así el mismo espacio. Es decir, un vasto sistema ultra-conectado de incontables esferas de vida, todas ellas “físicas” y sólidas en sentido amplio, pero mutuamente invisibles salvo - cada una de ellas - para sus respectivas poblaciones autóctonas.

No tendría por consiguiente nada de particular que de hecho el infiniverso hierva de astros en un avanzado estadio homínido/angélico, orbes y seres constituidos en una enrarecida dimensión etérica, entes muy reales, que existen y están ahí, pero que no somos capaces de contemplar con nuestro inadecuado dispositivo de percepción.

Vamos a exponer a continuación una escueta síntesis acerca de las pretendidas condiciones de vida y pensamiento en algunos supuestos planetas físicos o tetradimensionales, con los que la Tierra se estaría comunicando a través de una muchedumbre de telépatas y “escritores automáticos”.

Nos atendremos siempre al polémico testimonio de los contactados, hipotéticas versiones por las que no ponemos la mano en el fuego ni quitamos ni coronamos rey. Con la salvedad de que río que suena con tamaño estruendo, algún agua ha de llevar.

Empezaremos como Dios manda por nuestra propia casa, es decir, por el sistema solar que nos da cobijo.


APOTEOSIS MARCIANA


Circula una multitud de noticias en torno a la exobiología imperante en nuestro más próximo vecino, el rojo geoide de la guerra.

  • El místico sueco Emanuel Swedenborg (1688 - 1772) ya giró visita a los marcianos, al igual que a Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno y la luna, exploraciones de las que da cuenta en su obra Otras Tierras en nuestro sistema solar: sus habitantes, espíritus y ángeles que lo pueblan.
  • En 1880 Henry A. Gaston hace público en San Francisco El planeta Marte revelado. Siete días en los mundos espirituales. Transcurren trece años y el matrimonio Smead procesa psíquicamente Comunicaciones con seres del planeta Marte. El lenguaje y alfabeto marcianos.
  • En 1894-95 la sensitiva Kathérine Elyse Müller - más conocida como “Héléne Smith” - psicografió en 446 páginas De la India a Marte. Mi viaje a este planeta.
  • Ocho años después Sara Weiss da a conocer en Nueva York Mis viajes al planeta Marte (548 páginas), al que seguiría en 1906 Romance de Marte.
  • En 1920 Eros Urides da a luz El planeta Marte y sus habitantes.
  • De 1920 a 1980 (60 inviernos !) Albert Coe sostiene charlas con marcianos y venusinos residentes en Estados Unidos, pláticas resumidas en La increíble verdad.
  • En el año veinticuatro la señora H.C. Hutchinson, médium domiciliada en Denver (Colorado), metabolizó textos emitidos por energías intencionales radicadas en Marte.
  • Hacia 1927 W.C. Hefferlin procesa datos acerca de una inmigración de marcianos a la Tierra milenios atrás.
  • En julio de 1938 Khauga inspira a William Ferguson el opúsculo Mi excursión a Marte.
  • El joven británico Christopher, fallecido en 1943, dicta a su madre unas intensas “memorias astrales” en las que narra su visita a Marte y a la rutilante estrella Sirio, nuestro sol central.
  • 1945 fue la temporada en la que Howard Menger gozó en Hawaii de su primer téte a téte con una preciosa señorita marciana (más adelante interaccionaría igualmente con personajes de Venus), experiencias que narra en Mensajes del espacio exterior.
  • Hacia 1949 el médium Hercilio Maes psicografía en Curitiba (Brasil), por inspiración del avatar Ramatis, el masivo volumen La vida en el planeta Marte y los discos voladores, crónica extremadamente detallada sobre la vida, instituciones, filosofía y costumbres en la civilización etérica que envuelve y subsume el viejo núcleo rocoso del planeta de la guerra.
  • Pasamos a Buenos Aires, donde en 1952 Jorge A. y Napy Duclout filtraron información acerca de la existencia en Marte, detallada en Origen, estructura y destino de los platos voladores.
  • En 1954 Buck Nelson contacta en Missouri con hombres del espacio, y extracta sus experiencias en el humilde librito Mi viaje a Marte, la Luna y Venus.
  • El mismo año Cedric Allingham airea en Inglaterra Platillo volante de Marte, y al siguiente el californiano Ernest L. Norman, autor junto a su esposa Ruth de 125 títulos revelados (38.000 páginas), describe sus reiteradas estancias en el planeta vecino mediante el cuaderno La verdad acerca de Marte.
  • También en 1955 Narciso Genovese explicó en Yo he estado en Marte los entresijos de la existencia en ese planeta tan frecuentado por los terrícolas, al tiempo que el ciudadano francés Gaston Lenormand da cuenta de su incursión en el orbe de los canales en Yo estuve en un platillo volante, y Dorothy Thomas da a conocer en Los Angeles La vida en Marte y Venus según los grandes místicos.
  • A los 24 meses las hermanas Helen y Betty Mitchell se topan con la pareja de marcianos Elen y Zelas, y divulgan lo que les han confiado en el fascículo Nuestro encuentro con hombres del espacio.

Más o menos por esas fechas sale a la luz en EE.UU. Revelaciones de dioses del espacio, volumen en el que encumbrados jerarcas de Marte y los siete geoides del sistema solar, mas otros tres desconocidos para los hombres de ciencia (hasta completar una docena), nos ilustran acerca de las circunstancias de sus respectivos orbes en relación con los graves problemas terráqueos.

Poco después un tal Roland, del Galactic Patrol - Station MRZ, transmite un discurso de 17 páginas en torno al acontecer en Marte que aparece en la monografía de Robert Ernst Dickhoff Regreso al hogar de los marcianos (1958). Estamos en 1966. Mark Dewey imprime un informe que le ha dictado Amano, un alto instructor marciano, bajo el título Habla un hombre del espacio.

Tres años más tarde Helen I. Hoag dedica cinco páginas a describir la cultura marciana en sus entretenidas memorias Mi visita a otros planetas, siendo éstos Mercurio, Venus, Urantia (la Tierra), Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, Vulcano, Clarion, Satania (lo que hoy queda - el cinturón de asteroides - del auto-destruido planeta Maldek), nuestro Sol y la estrella Capella.

Por falta de espacio omitimos otra pila de revelaciones inspiradas por entidades marcianas, así como excursiones adicionales al escarlata planeta bélico.


FUROR VENUSINO


En fecha tan remota como 1877 el lucero del alba, ya visitado por Swedenborg en el siglo XVIII, mereció la publicación, por autor anónimo, de Loma, ciudadano de Venus.

De 1883 a 1886 el Maestro Tibetano “Phylos” y un puñado de acólitos de la llamada Comunidad Teo-Crística de Lemuria, le insuflaron al joven californiano Frederick Spencer Oliver Vida en dos planetas.

Se trata de una gruesa y atractiva novela histórica plagada de avatares de su protagonista, Rexdahl, a lo largo de sus 22 encarnaciones en la Atlántida, el planeta Venus y un enclave secreto bajo el Shasta, montaña sagrada al norte de California.

  • Pasan 52 años y Dana Howard lanza Mi vuelo a Venus, continuado por Vesta, el humano oriundo de Venus.
  • Transcurridos unos meses Violet Gilbert entrega a su editor Mi viaje a Venus.
  • Al poco tiempo (1943) el novelista inglés C.S. Lewis edita Perelandra (Travesía a Venus).
  • En la histórica efeméride del 20 de noviembre de 1952, George Adamski, el pionero y más popular entre la miríada de contactados, se entrevista con el venusino Orthon en el desierto de Mohave, California.
  • Cuatro meses antes Calvin C. Girvin fue transportado a Venus, y la crónica del periplo nos la ha legado en Mil OVNIs en la noche.
  • Al año siguiente el taxista mejicano Salvador Villanueva Medina fue abordado en una carretera solitaria por un venusino de 1,20 de estatura que lo trasladó a su mundo de origen, y la sabrosa experiencia puede leerse en Yo estuve en el planeta Venus.
  • La venusina Omnec Onec toma posesión en 1955 del cuerpo de Sheila Mansel, niña de 7 años domiciliada en Tennessee, la cual cuando tuvo 24 dictó vis a vis a Rainer Luedtke las 280 páginas de Vengo de Venus.
  • Un caso similar de walk-in tuvo lugar en 1960, cuando ViVenus, recién inmigrada del orbe del amor, “tomó los mandos” del organismo físico de una muchacha neoyorquina que acababa de cometer suicidio, y en 1982 apareció su autobiografía: ViVenus, heraldo de las estrellas.
  • En diciembre de 1959 Frank E. Stranges se entrevista en el Pentágono con Val-Thor, responsable de Venus que según él lleva tres años cumpliendo una misión en la Tierra, y narra lo sucedido en el folleto Mi amigo del espacio.
  • Las comunicaciones telepáticas desde la estrella de la mañana trasegadas durante años por el ingeniero mecánico Jessee Valentine lucen extractadas por Henry R. Gallart en Desde otros mundos (1964).
  • Para no ser menos, el conocido autor de El tercer ojo, T. Lobsang Rampa, dejó a la posteridad en 1966 Mi visita a Venus.
  • Voltra, un evolucionado espécimen de ese mismo mundo, se comunicó en 1966 con la psíquica Marianne Francis, cuyo nombre espiritual es Aleuti Francesca.
  • En abril de 1967 el camionero de Mineral Wells (West Virginia) Woodrow Derenberger fue teleportado a Venus en una nave-nodriza por un matrimonio oriundo de ese planeta, Mr. Jitro Cletaw y su esposa Elvane, y lo mucho que allí y en Lanulos vio puede consultarse en el volumen de Harold W. Hubbard Visitantes del planeta Lanulos.
  • Al año siguiente Paul Koslouski mantuvo conversaciones telefónicas con Latu, un individuo originario del mundo Albatron, conocido por nosotros como Venus, y sus vivencias nos las traspasó en Somos hijos del universo. Mi contacto con gente del espacio.
  • La primera vez que Ron Card habló con un equipo llegado de Venus fue en 1971, y sus andanzas ocupan todo un libro.
  • Ernest L. Norman cuenta su estancia en Azure, bella ciudad venusina, en La voz de Venus (1955).
  • Por otra parte un cenáculo de personalidades del planeta que nos ocupa, bautizado como Los Científicos de Venus, nos ha ilustrado con: Carrera espacial a la luna y Enseñanzas de Venus: revelación directa sobre los platillos volantes y la vida en el planeta.
  • Y finalmente aludiremos a los dos trabajos dictados al sensitivo Michael Barton X: Ciencia secreta de Venus! (1958) y Salud mágica venusina (1959).
  • Y al testimonio de John Langdon Watts La razón de vivir y visita a Venus. (1975).


EL PATER SOLAR Y SUS 12 HIJOS PLANETARIOS


¿Sólo 9 planetas?.

Uno tras otros los contactados reiteran que hay tres más, ignorados por la astronomía dogmática. El más citado de ellos es Maldek, situado milenios ha en la órbita entre Marte y Júpiter, globo que degeneró en el actual cinturón de asteroides tras resultar autodestruido por una guerra con armas terminales. Parte de sus habitantes renacieron en la Tierra. Vulcano es otro de los cercanos planetas supernumerarios.

Al tercero, Clarion, se refiere Truman Bethurum, quien en julio de 1952 se tropezó en Mormon Mesa (Nevada) con la diminuta y bella clarionita Aura Raines, pasándonos acta notarial en A bordo de un platillo volante (1954) y Mensajes de los seres del planeta Clarion.

En 1956 el pielroja Chief Standing Horse fue transferido a bordo de una astronave de 5 kilómetros de longitud, en un animado tour a la luna, Marte, Venus, Clarion, Orean y Júpiter.


Hercolobus es un errante cuerpo celeste que cada equis miles de años pasa rozando a la Tierra y ocasiona toda suerte de catástrofes. A los desastres causados periódicamente por el maléfico astro intruso se refieren entre otros los contactados

  • Hercilio Maes,
  • Yosip Ibrahim,
  • Darío Triana Lorenzo,
  • Dino Kraspedon,
  • Saidi Ahuerma,
  • el guatemalteco Arturo Abril
  • Vladimir Burdman Schwarz de Venezuela

Los huéspedes transdimensionales aseveran con rara unanimidad que el sol no es un objeto sideral a elevadísima temperatura, sino un planeta más -aunque de privilegiado rango- con óptimas condiciones de habitabilidad, resembrado con criaturas altamente evolucionadas. La intensa vibración crística emanada del Logos solar y su población arcangélica, se transmuta en luz y calor al incidir en las atmósferas de su familia planetaria.

En 1933 Phoebe Marie Holmes dejó constancia de su gira al astro-rey en Mi visita al sol, que se lee como una ágil novela de suspense.

Del Logos estelar, en su sorprendente calidad de astro frío, hablan también,

  • Helen Hoag,
  • Aladino Felix,
  • Michael Barton X,
  • Leónidas Rodríguez S.,
  • el mexicano Armando Zubaran Remírez,
  • E. Blanche Pritchett (Japhalein, nave-madre de esta galaxia),
  • Barbara Hand Clow
  • Pauline Sharpe (Nada-Yolanda), afincada en Miami y a cuya pluma debemos Visitantes de otros planetas (334 páginas) y otros 64 títulos.

Citamos a estos nueve autores - hay otros más que omitimos - con ánimo de recalcar la insistencia y rotundidad con la que los alienígenas califican a las estrellas como orbes habitados de encumbrado standing en el ranking del macrocosmos, hábitats que según ellos han alcanzado una elevada perfección y no tienen nada de ardientes.

SEGUNDA PARTE: Gente de otros planetas II PARTE

 

 

 

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