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Figuras de Acambaro

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El descubrimiento de Waldemar Julsrud, una colección de más de 32,000 piezas de Acámbaro, México, que parece representar dinosaurios, animales extintos, y pueblos de culturas lejanas de México, ha causado mucha controversía por casi tres cuartos de una centuria. Con pruebas no oficiales de carbon-14, algunos científicos tratan de convencer que las figuras vienen de un tiempo hasta 6,000 antes de nuestra época, muchos años antes de la primera civilización en Sumeria.


Varias personas han tratado de encontrar evidencia en las figuras que los humanos y dinosaurios co-existían, para apoyar a sus creencias en el creacionismo. Otras dicen que la inspiración para las figuras vino de los huesos de dinosaurios que encontraron los nativos, o que las figuras son creaciones de la imaginación. Otras dicen que la colección es una simple broma.
Sea como sea, el sólo descubrimiento de tantas figuras en un sólo lugar, con tanto detalle y talento artístico, y con tanto conocimiento de los dinosaurios en un tiempo cuando hasta los mejores arqueólogos no sabían casi nada de la verdad de los dinosaurios, es algo increíble.
En 1945, Waldemar Julsrud, un hombre de negocios y un fanático del hipódromo, iba paseando en su caballo por el Cerro del Toro en Acámbaro, Guanajuato, cuando encontró una figura de barro en su camino. Con su experiencia con la cultura Chupícuaro, la cual él ayudó a descubrir en 1923, él no podía reconocer la figura como de ninguna cultura de México. Pidió a Odilón Tinajero, un campesino, a buscar más de esas figuras por un peso cada una. La colección de Waldemar Julsrud de estas figuras de barro, que parecen algunas a dinosaurios, animales extintos, y a culturas no conocidas en México, llegó a ser más de 32,000 piezas.

Las figuras de cerámica de Acámbaro fueron descubiertas en 1945 por el comerciante alemán Waldemar Julsrud y se hicieron famosas por sus representaciones: dinosaurios de diversas especies, seres humanos monstruosos y otras criaturas desconocidas.

Durante mucho tiempo se consideraron falsificaciones, hasta que pudieron datarse. Actualmente, los expertos estiman su antigüedad en unos 3.600 años. «En aquel tiempo ya no había dinosaurios desde hacía decenas de millones de años.

¿Entonces, cómo pudieron reproducir sus imágenes esos hombres prehistóricos? Este es el gran misterio», afirma el mexicano Heriberto Silva, de la municipalidad de Acámbaro.

El joven investigador helvético Luc Bürgin presentó otras misteriosas piedras grabadas de la región de Les Vosges (Francia). Allí las encontró el granjero Max Schultz y muestran grabados de objetos semejantes a platillos volantes.

Algunas de estas piezas muestran figuras de rostros humanos, posiblemente de celtas y romanos. «Schultz fue denunciado por algún vecino y los gendarmes incautaron las piezas. Sin embargo, pude rescatar algunas en la casa de un coleccionista cuyo nombre prometí no divulgar», aseguró Bürgin a AÑO/CERO.

El joven investigador también encontró varias piezas de confección enigmática en un museo de Bélgica. Éstas provenían del Congo. Se trata de huesos tallados con significado mágico.

«Tienen más de 20.000 años, pero presentan unas muescas y cortes que parecen formar parte de un sistema calendárico o de cuenta del tiempo», explica Bürgin.
La existencia de sistemas de cómputo del tiempo en épocas tan tempranas nos sitúa ante una evidencia objetiva de que la imagen que proyecta la ciencia oficial sobre la evolución humana no parece sostenerse a la luz de los hallazgos arqueológicos disponibles.

Fuente: http://es.wikipedia.org

 
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